Un uruguayo y un brasilero.
"-¿Argentino?
- Uruguayo
- Uh, perdón
- No pasa nada, no soy de los que se enoja, somos lo mismo. Somos tan iguales que por eso nos peleamos, como dos hermanos lo hacen durante toda su vida."
Siempre respondo lo mismo, porque así lo entiendo, o al menos así quiero que sea.
Pero eso no es lo importante que Evanilson, el brasilero que atendí el miércoles en el MediaMarkt, tenía para decirme.
Mientras le hacía la factura hablamos.
Me contó que vive en Barcelona desde hace treinta años y que iba a ir a Brasil en mayo y el Covid le impidió hacer el viaje.
Le dije que yo pensaba volver en algún momento y que estar lejos duele, aunque haya sido una decisión voluntaria, que hay gente que emigra porque no tiene más remedio y es mucho peor.
En eso, cuando la charla se terminaba porque la factura ya estaba lista, me miró y me dijo una cosa que quizás sea mi miedo más grande, aunque no suelo pensarlo. Aquel "ahora ya no soy de acá ni tampoco de allá" es una frase que espero no tener que decirla nunca, y menos con el tono triste y la mirada perdida que tenía Evanilson el miércoles pasado cuando fue a comprar una batidora al MediaMarkt.
Se despidió con un "Dios quiera que podamos volver a visitar nuestra tierra lo antes posible" y dejé mi ateísmo de lado para responderle "Dios quiera que sí".
@nicomega - 09/07/2020
Más historias